así seguimos

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Siempre al lado de "los lobitos buenos"

miércoles, 9 de octubre de 2013

ÁNGEL FERNÁNDEZ BENEITEZ, un poeta necesario. Tomo de él un poema en un día de recuerdos.



               Queridos, espero que os guste este regalo
                            en forma de poema:


             El amigo ÁNGEL FERNÁNDEZ BENEITEZ

                                

                         me ayuda a recordar en esta tarde

                                              de otoño:

                                
"Mi madre, cada día, se atrinchera en sus píldoras:
la azul para el dolor que le rompe la espalda,
la blanca le propicia el flujo de la sangre,
la rosa le regala el sueño de las noches,
calcifica la roja la escasa densidad de su osamenta.
Mi madre ha conseguido hacerse drogadicta ya muy tarde.

En su vejez mi madre sufre de sequedad del ojo izquierdo
Y, si llora por algo, le manan dos desiertos del lagrimal vacío.
Por si eso fuera poco, padece de egoísmo,
pero en su madurez nos atendía a todos.
Yo nunca conocí su juventud dichosa,
aunque debió de haberla.
Parecen confirmarlo ciertas fotografías
en que revela una aire fascinado
a lo Imperio Argentina. Hace ya tanto tiempo
que no recuerda besos ni amoríos.

Ha llegado –qué lástima– a la decrepitud
y el talle le ha mermado de tal modo que ahora
no encuentra la cintura que fue pasión e hijos.
Aún puede conocerme, pero no le intereso
más allá del instante en que me sabe
adulto en el abrazo, sometido a tinieblas. No desea
–es natural y lógico– que yo la arrastre a un limbo que no es suyo.

Mi madre se deshace de sí misma
y de nosotros con mucha reticencia.
Se centra en su salud que va desvaneciéndose
a medida que crece el tiempo que acumula.
Pero aún coquetea ante el espejo:
Me veo verde, hijo, mi color no era este.
Ya sabemos –le digo– lo hermosa que tú fuiste.
(Y sé que obro muy mal en el pretérito.)
De todas mis hermanas, de veras, la más guapa.
Y repite ochocientas
noventa y ocho veces lo bella que era ella.

Y si la riño, llora como niña pequeña.
Pero nunca transige con la decrepitud
que la hace inútil prisionera, dice
en un gesto de rabia sofocado,
y exige con sus lágrimas de sal únicamente
la parcela del día que le es propia.

                                     ¡Salud y risas!

                       

3 comentarios:

  1. Ay, Luis.....este poema es precioso...
    Leyéndolo en otoño y en día de recuerdos...imagino que es mas que un poema...
    Un besazo...gracias por compartir versos para sentir...

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  2. Gracias amiga, como siempre puntual en tu comentario. Ángel es de esos poetas que tantas veces tenemos cerca y no es bueno que olvidemos. Sus versos además de ser intensos, están sólidamente escritos.
    Contra estos tiempos líquídos en lo que todo se está licuando y liquidando, nada como los buenos pensadores, los poetas certeros y la música abierta.
    Por supuesto, besos.

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  3. Sí, el poema está bellamente escrito. Pero si representa tu verdadera situación, ¡madre mía!: mejor dijo: ¡madre tuya!. Y me hace recordar mi propia madre, que falleció en el 1971. En sus anaqueles había cientas de pastillas y ella misma falleció con tubos de oxígeno en su dormitorio. ¡Qué dolores! ¡qué angustias! ¡qué frustraciones habrá soportado para llegar a ese estado! ( me refiero no solo a ella sino también a tu madre y a muchas otras madres) Suele verse en televisión de vez en cuando algunas viejitas serranas de más de cien años, enteritas, fumando chala, comiendo asados y tomando buen vino patero, rodeada del cariño de los suyos. Quizá lo que les faltó y falta a la sufrientes (sofridoras a decir de los brasileños), es el AMOR con mayúsculas, ese amor que te hace bailar en una "pata", reir, jugar y saber que sus almas están en el lugar que las hace ascender a los cielos. Un Benéitez argentino

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