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sábado, 29 de enero de 2022

CULTURAMAS, Reseña sobre URGENCIA DE LO MINUCIOSO del poeta y crítico PABLO MALMIERCA

 

El poeta y crítico PABLO MALMIERCA escribe en CULTURAMAS la siguiente reseña sobre mi último libro de poemas:


«Urgencia de lo minucioso», de Luis Ramos

Por Pablo A. García Malmierca.

SURCOS QUE SON PALABRAS Y CRECEN COMO ÁRBOLES HACIA LA LUZ

En palabras de Josep María Esquirol: «Cantamos para celebrar, y cantamos, también, para no tener miedo: para celebrar cosas de la vida, y para no tener tanto miedo a la muerte. De ahí que la esencia de la palabra sea el canto y que toda palabra valiosa palpite, o bien la celebración, o bien el amparo». Así comienza Humano, más humano. Una antropología de la herida infinita, publicado por Acantilado. La más reciente entrega lírica de Luis RamosUrgencia de lo minucioso (Lastura) se abre con tres citas harto significativas, la primera de Olvido García Valdés: “…voy y miro y todo es // como si no fuera yo quien lo mirara”, la extrañeza, el afuera del que mira y del objeto como punto intermedio de unión, como lugar del conocimiento; “Wo ich umher mich leite” de Hölderlin, que podríamos traducir como “hacia dónde me dirijo”, el paseo, la horizontalidad como forma de acceso hacia lo desconocido, el movimiento, ¿del hombre, del pensamiento?, como primera vía de conocimiento del mundo; y, por último, “convertir la palabra en la materia”, palabras de José Ángel Valente, la poesía como constructo de la realidad, materialidad del lenguaje. Ya en estas tres citas se nos ofrece el libro de poemas en sus claves interpretativas iniciales: verticalidad, horizontalidad y materia. Todo ello, como mostraré más adelante, a través de la apertura que da la herida, pues será en y tras la herida donde el mundo nos otorgue significado, celebración, amparo y canto.

La poética de Luis Ramos, que siempre está en continua búsqueda y de perfeccionamiento, da un paso más en Urgencia de lo minucioso, en continuidad con lo que ya expresé respecto a El dilema del aire.

Quedémonos con dos conceptos básicos: la poesía tiene su origen en las emociones captadas en total tranquilidad y se produce tras observar la naturaleza que posteriormente se traducirá en la idea mental. Este paso que dio Wordsworth asume el programa filosófico que desde Hume pasa por Kant, y que traza puentes de unión entre el Yo (Ich) y la cosa en sí (Ding an sich). O como diría posteriormente Ortega y Gasset: el yo y la circunstancia son las dos dimensiones fundamentales de la vida humana.

           Sin embargo, en este nuevo libro el autor introduce varios conceptos que aclaran o más bien nos ofrecen las vías de acceso a esa naturaleza y, sobre todo, un elemento que aporta apertura respecto a esa naturaleza y que es el concepto de herida, concepto ya presente en Hegel y que Josep María Esquirol ha actualizado y expresado de forma amplia en el ensayo citado con anterioridad. El primer poema del libro se torna en declaración de intenciones:

LA arteria en cinta,
                                 la rama del tronco
que reta a la gravedad
y se alza enhiesta en su lugar primero,
vaga hacia lo alto y fluye sin más
para darse y pertenecer.

Así mi corazón
sabe que el aire, como tú,
en su deber de izarse sigue siendo necesario.

                       (alzado)

Poesía como ofrecimiento, en movimiento ascendente, verticalidad, que parte de la herida que es, a la vez, humana y natural. Así el hombre y lo natural viven en simbiosis, así en ese lugar intermedio de los dos está el punto donde el conocimiento se ofrece, se da. Y qué mejor lugar que represente el entre que el ocaso o el amanecer, ya presentes en la poesía claudiana como momento de conocimiento. Así el poema (aurora), donde el “silencio” provoca el “deshacerse de las sombras”, “la luz” abrazará “la noche que fue nido. Pero junto a este movimiento vertical de ascensión que muchos han relacionado con el proceso místico, pero que aquí se muestra como un proceso natural, biológico, aparece la horizontalidad. Frente a la idea de la contemplación pasiva de la naturaleza, Luis Ramos, en línea con otros poetas andariegos que pueblan nuestra tradición literaria, Antonio Machado o los zamoranos Claudio Rodríguez o Waldo Santos, aboga por el paseo como movimiento necesario para acceder a lo vertical, así en (andar) “¡Nunca dejes de andar, // unce tu ritmo y tu raíz a la naturaleza!” (pág. 19). Y será a través de la mirada como consigamos unir en el ofrecimiento horizontalidad y verticalidad, “Atreverse a mirar es implicarse, // librarse del vacío, ofrecerse sin más // a todo lo inquietante que nos ronda” (ofrecimiento) (23). Aparece aquí el vacío, entendido como herida, que tendría su origen en el trauma, en este caso relacionado con el profundo sentido ético que siempre ha acompañado a Luis Ramos en todos sus libros, el trauma de una realidad social que contemplada en su crudeza no puede más que producir un desgarro afectivo en quien la mira, será esa herida, por tanto, la apertura que permita entender el mundo, será la que nos impele a ofrecer nuestra voz, nuestra palabra como sutura de esa herida que la provoca. En palabras del poeta “Fecundar, aunque la sutura arrastre // alguna cicatriz alrededor” (fecundación) (24).

Estos dos conceptos interdependientes y necesarios el uno para el otro, verticalidad y horizontalidad, se hacen patentes en poemas como (árboles): “Asciende la razón leñosa al vuelo de la planta […] nada tan peculiar y tan sencillo // como el aire y la brisa al paso que la envuelve.” Será “la luz” la que dé “claridad del pensamiento” (vigilia) (33). Será labor del poeta coser las cicatrices que deja el mundo “todo es sutura” (costumbre) (38). Proceso de indagación que provoca el (vértigo) (40) “Pero hay algo secreto en el azar del aire, // algo esperando en las palabras / que aún sobrecoge y nos conmueve”, “vigilia y vértigo, // materia…” pues el lenguaje es “de todos” como “el sol”. En resumen, poética del “darse” “caminándonos” que consiste en “darse a la altura // hacerse árbol” proceso que tiene que darse en dos direcciones pues será también la materia la que se entrega: “Y allí sin llamas, pero ardiendo, // la voluntad de la materia, // su vigilia y su entrega rumorosa” (atlántico) (50), será en ese entre donde se produzca la unión en ese “darse” que siempre será “temblor”.

En conclusión, Luis Ramos ahonda en su poética del darse, donde la generosidad convierte la palabra en materia. En este caso se hace patente ese proceso de ofrecimiento que necesita de dos movimientos nunca opuestos: el horizontal y el vertical que siempre tienen un punto de unión, pero para llegar a esta unión se necesita una apertura, que aquí nos la da la herida que convierte la palabra en vacío y silencio, y será desde allí desde donde podemos construir lo nuevo, apoyado en una fuerte ética humanística de defensa de lo humano y lo natural. Pues el autor no entiende al ser humano de otra forma que no sea como confluencia de su esencia como hombre y la de naturaleza como reflejo de lo humano. Confluencia de ascensión y caminar que se unen en la luz propia del ocaso o del amanecer que aclara las sombras. Un paso más en una poética propia que va creciendo con cada libro, con cada indagación, pues eso es la poesía de Luis Ramos indagación en lo humano y lo natural.

Aldealengua (29//01/2022)

martes, 25 de enero de 2022

LUIS RAMOS, nuevo libro de poemas: URGENCIA DE LO MINUCIOSO (Lastura, 2021) Comentarios

 

    URGENCIA DE LO MINUCIOSO (Lastura, 2021) es mi último libro de poemas y se editó y presentó en diciembre de 2021. 

El Prólogo es del poeta Premio de las Letras de Castilla y León 2018, José Luis Puerto 



y en él escribe lo siguiente:

LUIS RAMOS DE LA TORRE:

DE LA POESÍA COMO OFRECIMIENTO

 

            Tras la lectura del poemario Urgencia de lo minucioso, de Luis Ramos de la Torre, se nos impone un sentir: estamos ante una poesía verdadera que el autor entrega como ofrecimiento a todos los posibles destinatarios.

            En toda ofrenda, en todo ofrecimiento, hay un mecanismo ritual. Y es que, en esta escritura, asistimos, como lectores, a una suerte de rito del decir cuya finalidad es el revelar, el iluminar el mundo.

            Urgencia de lo minucioso, reza el título. Algo que el autor refuerza, en distintos momentos de su decir, con expresiones como “Urge lo minucioso”, al tiempo que nos llama “aventureros de lo minucioso”. Podemos interpretar, sí, esta poesía como aventura. Hay en ella lo que Susan Sontag, al hablar de Walter Benjamin, llamaba una “mirada microscópica”, una mirada hacia las cosas pequeñas.

            Es el procedimiento que aquí utiliza Luis Ramos de la Torre. Parte de lo común, de lo sencillo (términos que él mismo utiliza), esto es, de lo que tenemos ahí al lado. Y, a partir de ello, a partir de la naturaleza, de los fenómenos atmosféricos, del cosmos, de las estaciones, de los distintos momentos del día…, esto es, a partir de lo que está ahí, el poeta canta y trasciende su decir, da un salto, para llevarnos a los territorios del espíritu, de aquello que nos constituye, de los diversos estados de ánimo.

            Y es que, a lo largo y ancho de todo el poemario, hay un continuo mecanismo de simbolización, que es el mecanismo iluminador y revelador que utiliza, para que nos conozcamos y conozcamos el mundo.

            Para hacer posible esta aventura que es el revelar e iluminar a través de la palabra, el poeta nos realiza diversas invitaciones: “Hacerse al lugar”, “Atreverse a mirar”, o “aprender la lección de la materia”… Pues no hay aventura sin ponerse en juego, sin asumir riesgos.

            Simbolizar, a partir de lo próximo, de lo pequeño, de lo que tenemos ahí a mano, para trascender lo que vivimos, y extraer de ello el sentido que tiene nuestro existir, nuestro estar en el mundo. Y, en ello, hay un vuelo, un mecanismo de elevación. De ahí que el poeta otorgue tanta importancia a los pájaros y a los árboles. Y nos hable del “vuelo de la planta” o también “el vuelo de los árboles”. Y abunde tanto en todo el poemario todo lo que tiene que ver con la elevación.

            También podemos interpretar el poemario como un verdadero canto del caminar –la raíz claudiana de nuestro autor es innegable; pero no está en él como servidumbre o lastre, sino como impulso para manifestar su propio decir y, a través de él, su mundo propio–. Hay de continuo un ‘iter’ que se recorre para manifestar la contemplación y, a través de ella –lo reiteramos– la revelación e iluminación del ser y del mundo.

            El poeta portugués Al Berto hablaba de “la secreta vida de las imágenes”. Luis Ramos procede en su decir iluminativo por imágenes, para revelarnos los sentidos ocultos de la realidad. Como sembrador, se hallan esparcidas como semillas por todo el libro, como a voleo. Así, nos habla de “las mimbreras del alma”; de las hebras de la lluvia “para tejer lo húmedo en lo nuevo”; de “la escarcha rancia de los odios”; o, en fin, por citar un último ejemplo, de “la pulpa cárdena de la costumbre”.

            El poeta sitúa su decir en la perspectiva del amor (“Mientras amemos … / al mundo y a la luz aún le haremos falta”) y en esa fraternidad del compartirlo todo (“Sin dueño todo lo que se respira, / el lenguaje, de todos, / de todos el sol”). De ahí que esta poesía funcione también como talismán frente al dolor y la herida (“¿Cuándo se cerrará por fin la herida?”), que busca ser curada, de ahí el empleo de términos como sutura o cicatrices.

            Y es un talismán contra cualquier manifestación del mal. De ahí que el poeta advierta que “buscamos persistentes lo seguro, / el mejor asidero contra los problemas” y que nos indique que “Todo sin honradez es huero y es gusano”.

            Urgencia de lo minucioso puede ser situado en esa constelación de poesía contemporánea marcada por la iluminación y la revelación. No es casual, en ese sentido, la cita de Hölderlin que encabeza el poemario. De Hölderlin, llega esta vía a Rilke y continúa hasta Paul Celan, donde aparece esa levedad en el decir, cultivada por esta último poeta. Entre nosotros, la asume José Ángel Valente, cuyos versos también encabezan este libro. Y, en esta tradición, claro, también encontramos la poesía de Claudio Rodríguez, ese gran maestro de Luis Ramos.

            Pero esto es decir poco y con ello, acaso, extraviemos al lector. Porque Urgencia de lo minucioso, de Luis Ramos, es un poemario verdadero, ya que expresa su mundo propio o, si queremos, su modo propio de captar el mundo, a través de un mecanismo de trascender lo próximo sirviéndose de procesos simbolizadores. En este sentido, los símbolos relacionados con los árboles, las aves, el aire y el viento, la luz o todo lo que tiene que ver con la elevación, son claves.

            Levedad en el decir, contemplación minuciosa y atenta de lo próximo, para trascenderlo y llevarlo a otro plano de significaciones iluminadoras y trascendentes… En la vía de la mejor poesía contemporánea.

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Sobre URGENCIA DE LO MINUCIOSO se han escrito hasta ahora las siguientes reseñas:

-El poeta y crítico José Luis Morante:

https://puentesdepapel56.blogspot.com/2022/01/luis-ramos-

-El poeta Francisco Caro:

https://mientraslaluz.blogspot.com/2022/01/carta-publica-y-dos-poemas-de-luis-ramos.html?spref=fb&fbclid=IwAR1YK_g54fUmx1TJnk5gRssekiCkmsJ

Muchas gracias a todos

SALUD Y RISAS!





sábado, 22 de enero de 2022

EL TACTO ESTREMECIDO de PABLO MALMIERCA

 

En este blog, https://mori-bundia.blogspot.com/2020/, ahora tristemente casi abandonado, y con fecha 24 de febrero de 2020, aparecía un texto titulado: “Del desgarramiento hegeliano al compromiso moral con el oficio poético”, en el que daba cuenta de mis impresiones sobre LA VOZ ESTREMECIDA (Eolas, 2019), el primer libro de poemas de la Trilogía del Estremecimiento de Pablo Malmierca. 

Ahí y con el recuerdo a sus anteriores trabajos  indicaba: “aquello que en su primer libro dD estaba al lado del “desgarramiento hegeliano”, es decir, “del encuentro de sí mismo con la verdad que pretende buscar” y que le llegaba  desde  las múltiples presencias de lo psicológico, o aún más, de todo aquello que rondaba los mundos de la psiquiatría; […] a la postre y afortunadamente se iría decantando [en sus siguientes poemas] hacia el lado de lo moral”. Pues bien, en la acertada segunda entrega de esta Trilogía, Pablo Malmierca recoge la idea, que ya apareciera en su segundo libro NO COMAS MI CORAZÓN (PiEdiciones, 2017), de fundir la Poética con la Ética; hecho que le lleva a continuar buscando desde lo moral la voz necesaria y el lugar propio del poeta en esa “voz estremecida” donde la poesía de este autor aparecerá de nuevo como una mediación, como una metaxú, un “entre”, un “intermedio” del yo poético (la voz) y lo Otro poetizado, que busca su lugar a través ahora de EL TACTO ESTREMECIDO (Eolas, 2021).





Pero este “tacto estremecido” no va a consistir únicamente en la búsqueda de una mediación, sino, más bien una Salvación mediada a través del tacto y por el tacto que a veces recuerda a esa muerte salvadora que aparece en alguno de los últimos poemas de Casi una leyenda de Claudio Rodríguez. Ya en el Prólogo del libro, el poeta Rafael Saravia se va a referir a la urgencia de “Tocar para dejar de no-ser” y al hecho de que el poeta va a “realizar una punción magistral en el retorno de lo primitivo que nos hace humanos”. Esta forma de proceder generará una Metodología Poética bastante novedosa mediante la cual Pablo Malmierca va a utilizar una especie de práctica al estilo antiguo del llamado LINGCHI oriental; esto es, el “despiezado y mutilado de un cuerpo, por ejemplo el humano de la amada” para hacerse con él desde los versos, torturarlo y hasta causarle la muerte, pero, eso sí, una muerte salvadora desde la propia palabra poética y el ofrecimiento amoroso del autor.

No deja de ser curioso que este libro no esté dedicado a nadie en particular, lo que parece afirmar y reiterar la dedicatoria que hiciera al principio de la Trilogía y desde aquella “voz estremecida” al escribir: “A Cris, de ti nació la palabra que me nombra”, y así consolidar la hechura de la propia Trilogía.

Desde estos presupuestos quiero analizar un proceso poético en el que aparecen los versos como sucesivos cortes en cada uno de los órganos del cuerpo (o libro), a través de diferentes puñales, navajas o cuchillos poéticos; puñales del tacto que estremece, que van cortando y haciéndose a la piel a través del tacto presente en cada verso; por ejemplo, en el poema titulado “Nostalgia” donde leemos: “Herí / cada una de las partes de tu cuerpo, /tus cicatrices / son el recuerdo de días pasados”.

Otra de las claves fundamentales de este libro de poemas, siempre abierto, es la presencia continua del número tres, algo que no resulta novedoso si pensamos en los planteamientos hegelianos de esta propuesta poética y la vigencia de sus tres momentos en una cosmovisión dialéctica siempre sugerente, donde la Lógica, la Naturaleza y el Espíritu se entremezclan y buscan e indagan entre lo poético de forma cada vez más interesante. En este sentido además de la continua presencia de las tríadas, aparecen diferentes Trípticos entre otros muchos trípticos o tríadas continuas, a saber:

-Respecto de la Estructura:

            1. El libro de poemas visto como cuerpo.

            2. Los diferentes poemas vistos como diversos órganos.

            3. Los versos vistos como cortes en la piel desde el tacto

-Respecto del Desarrollo: Una nueva tríada que se desarrolla con la continua presencia del número 3:

            1. Tres partes del libro: Opiáceo/ El Otro / Salvación (por el tacto)

            2. Tres lugares / acciones

            3. Tres citas o epígrafes de entrada: “Un cuerpo encima de otro / ¿siente resurrección o muerte?” (Claudio Rodríguez) / “La creación es el tocar o el toque del ser en el mundo” (Jean Luc Nancy) / “Sabéis lo que es la sensibilidad suspendida […] ese lugar aterrante.” (Antonin Artaud)

-Presencia continua de número 3 para conformar desde los versos la búsqueda de una SALIDA ya desde el inicio del libro: “Nada siento / Nada sé / Nada soy”; o más adelante en el poema “Inquina”: “Si nada fuese verdad, / si los abrojos no cortaran tu carne, / si la inquina no oxidase tus días.”. Esta vigencia de lo numeral en forma de tríada se repetirá en muchas ocasiones en los diferentes poemas hasta el poema final en el que la salvación a través del tacto se reitera desde la enumeración trimembre de la acción: “Busqué el abrazo de tus ramas/ encontré la pureza de tu savia, / escucho fecundo y renovado”

-Conviene destacar también la importancia del ENTRE poético y dialéctico que ya apareciese en libros anteriores como “Lugar de nadie”, y “del OTRO”, donde se refleja la parte más moral del libro.

- Respecto del Lenguaje que se utiliza, conviene destacar que cada vez son más escasos los adjetivos, cuestión que aviva lo conceptual y la acción poética; es decir, aparece una mayor presencia de los sustantivos y los verbos a través de un vocabulario plagado de referencias naturales y científicas centradas en lo botánico, lo mineralógico y lo geológico. Resulta muy característico también en la poesía de Pablo Malmierca la continua confrontación de los posesivos mis/tus.

- Por último me atrevería a asegurar que podría haber dos libros en uno, guardando coherencia poética y ternaria entre ellos para dar un Tercero compendiador llamado EL TACTO ESTREMECIDO:

1.      Formado por los poemas largos / Exteriores (cortes)

2.      Formado por poemas cortos y más reflexivos / Interiores (cortes)

3.      El tacto estremecido, LINGCHI poético, formado por la unión de todo.

Para terminar estas pequeñas reflexiones quiero recordar que en el comentario que mencionaba al principio sobre su libro anterior, escribíamos: “Termina La voz estremecida con una contundencia definitoria y abierta a partir de los Números y las Cenizas en busca de nuevos Estremecimientos, o lo que es lo mismo si jugamos con el lenguaje, “Extremecimientos” o mecimientos extremos desde la palabra poética necesaria”. Y esto mismo sucede con EL TACTO ESTREMECIDO desde donde quedamos a la espera de la tercera y última parte de esta Trilogía Estremecida en la que nos meceremos al ritmo álgido de los nuevos y sugerentes versos de Pablo Malmierca.

 

                                                                                  LUIS RAMOS DE LA TORRE