Ayer hacía ochenta años de la Segunda Répública aquí en esta parte de la Península Ibérica.
Decir que uno se siente republicano, es ubicarse en un plano de la historia, del tiempo y de la vida.
Por supuesto, también de la muerte.
Como siguen doliendo todos los que mueren por la incapacidad del ser humano para entender que la dignidad y la libertad del individuo no tiene sentido sin el otro, y, como estamos a favor del desarrollo de la EMPATÍA; este bloguero, modestamente opina que, entre otros requisitos básicos y necesarios sobre dinastías y jefaturas, la deseada Tercera República
empezará el día en que para todos los ciudadanos de este país sea un importante compromiso moral y legal, el hecho de que no exista ningún muerto en las cunetas ni recordatorios gregarios en las iglesias.
¡Salud y risas!
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