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Siempre al lado de "los lobitos buenos"

lunes, 20 de diciembre de 2010

Sobre género, mujeres decorativas y machismo

El otro día vi en TV, no recuerdo en qué cadena, pero seguro que era pública, un trozo del reportaje laudatorio sobre un campeón del mundo actual y español en alguna categoría de motociclismo.

                                                                                       

En el curso de las imágenes aparecía una chica joven en minifalda y camiseta cortas -sirva la redundancia de las medidas-, creo además que blancas, sujetando un paraguas para proteger del sol al héroe y triunfador deportivo de quien se hacía el reportaje.

  

Ni que decir tiene que la chica en cuestión era la única persona con las carnes al aire, y se encontraba rodeada completamente de hombres, -supuestamente cuidadores, especialistas y asesores en diferentes materias- del mencionado campeón.

Por supuesto, se me revolvieron las tripas por varias razones:

-la primera, por el hecho decorativo y vejatorio hacia la chica-mujer,
-la segunda por el machismo manifiesto en ese tipo de convocatorias y reuniones,
-la tercera porque esa clase de encuentros se publicita semanalmente como uno de los hechos deportivos en la televisión pública,
-la cuarta porque los seguidores de esos eventos son en gran cantidad chicas y mujeres que tienen a esos "héroes" como iconos masculinos,
-y la quinta, porque a todos se nos está "yendo la olla".
                                                          
No trato de ser ningún salvaconciencias, ni ningún agorero, pero si el rol de género que nos muestran los que manejan los dineros y los eventos, lo aprendemos como un hecho normal y corriente en los actos sociales, culturales y deportivos en este modelo convivencial regresivo: ¡lagarto, lagarto!, como decían los viejos.
Este menda que bloguea en Moribundia sólo quiere recordar hoy las sabias palabras que sobre algo parecido escribiese Rafael Sánchez Ferlosio:

                                                                     

"«Señorita, no se deje usted invitar de decorativa», sería una buena consigna feminista; pero, ¡ay!, darse a conocer a todo el mundo, hacerse ver por todas partes, no dejarse olvidar ni un ´solo día, al precio de la propia dignidad, es la inhumana ley del éxito social, del triunfo público. ¡Conmigo tendrían que venir a dar con semejante género de invitaciones, si fuese yo una rubia de 25 años y no la imagen misma de lo indecoroso! ¡«De decorativa, sería mi respuesta, la va a sacar a merendar usted a su puta madre!»"

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