Me encanta lo sintético de esta imprecación: ¡A la mierda!, y el hecho de haberla oído alguna vez en boca de gente tan interesante y crítica como Fernando Fernán Gómez o el querido José Antonio Labordeta.
Me parece inclusive que sería un epitafio estupendo para dejar ciertas cosas claras , después de que uno dejé este jodío pero hermoso paseo por la vida.
Un epitafio que dijera algo así como:
Si la vida se ha perdido:
¡qué se pierda!
Sí, señoras y señores,
¡ahí se quedan! Yo me voy:
¡A la mierda!
No estaría mal escribir alguna vez un poema o poder hacer una canción con un título tan rotundo: ¡A la mierda!, y poder utilizarlo por ahí, y con el debido respeto, como canción de despedida en algún bolo.
Seguramente, tras ese grito, me quedaría más a gusto que otras veces en las que la preocupación, la seriedad y el exceso de rigor no me han dejado dormir.
Hoy prefiero recordar los versos de esa interesante poeta joven Raquel Lanseros
quien en su libro Croniria y en el poema titulado In nomine libertatis escribe:
"Mi casa está vacía
de chivos expiatorios y culpables.
Acumulo tan sólo
el valor necesario para seguir viviendo
bajo la protección de la alegría.
No me he inclinado nunca por el ánimo fácil
de tomar y obligar. Incluso lo pequeño
se me ha antojado siempre un mecanismo frágil
con más de una respuesta"
Cualquier espacio en el que la falta de compromiso lleve al derrumbe. Cualquier tiempo donde perduren las mentiras con las que nos anestesian. Cualquier silencio que no aspire a ser gozoso, sino dolorosamente entregado. Cualquier... Aún hay muchas cosas por hacer. Desde aquí estaremos en la radio, con la poesía y la música, o a partir de aquellos pensamientos que necesiten hacerse un hueco. Siéntete invitado y: ¡Vete tú poniendo el resto!
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